Aunque el beta caroteno, el precursor de la vitamina A, puede ser el carotenoide más familiar, existen cerca de 600 más cuyos efectos todavía no han sido extensamente estudiados. Junto con la luteína, se incluyen el alfa caroteno, el licopeno, la zeaxantina y la betacriptoxantina. En el mundo de las plantas, los carotenoides como la luteína ayudan a dar color a los boniatos, las zanahorias y otras frutas y verduras. En las personas, la luteína y la zeaxantina originan la mayor parte del pigmento del centro de la retina, donde la visión es mayor.
Aunque la luteína no se considera un nutriente esencial, algunos estudios sugieren que puede desempeñar un importante papel en el mantenimiento de la visión sana y en prevenir enfermedades de los ojos, como la degeneración macular relacionada con la edad y las cataratas.
Conseguir cantidades adecuadas de este carotenoide puede disminuir el riesgo de presentar cáncer de colon y enfermedad coronaria. La luteína y otros carotenoides se consideran importantes debido a sus propiedades antioxidantes.
Los antioxidantes ayudan a proteger a las células de las lesiones causadas por los radicales libres, los fragmentos destructivos del oxígeno, producidos como bioproducto durante los procesos metabólicos normales. Los radicales libres circulan por todo el cuerpo, por lo que pueden lesionar células y genes robando electrones y otras moléculas(oxidación).
Algunos experimentos sugieren que la luteína puede ser tan efectiva para luchar contra los radicales libres como la vitamina E, que es un potente antioxidante. Se concentra principalmente en el cristalino y la retina del ojo y puede ayudar a proteger la visión al neutralizar los radicales libres y aumentar la densidad de los pigmentos oculares. La luteína puede proteger los ojos del efecto destructivo de la luz solar. Igualmente, protege la piel de esos mismos efectos.