El ácido hialurónico es un glicosaminoglicano presente en todos los vertebrados, principalmente en los tejidos conjuntivos, epiteliales y nerviosos. Se trata de uno de los principales compuestos de la matriz extracelular. Esta matriz permite a las células organizarse en tejidos. Más del 50% del ácido hialurónico total del cuerpo está presente en la piel, lo que refleja la importancia de su contribución al estado de nuestra piel.
El ácido hialurónico es un constituyente natural de la dermis que desempeña un papel importante en la hidratación y en la elasticidad de la piel. En los organismos jóvenes es donde hay más cantidad. En efecto, con el tiempo, su presencia disminuye, en particular porque los radicales libres a los que estamos expuestos (sol, contaminación, etc.) lo destruyen. Poco a poco, nuestra piel se seca y se arruga. Se estima que a los 50 años los hombres y las mujeres solo tienen la mitad de la cantidad de ácido hialurónico que tenían en la infancia. Como si se tratara de una “esponja molecular”, el ácido hialurónico es capaz de retener más de 1.000 veces su peso en agua, restaura las propiedades elásticas de la piel, contribuye a su hidratación y permite alisar su superficie.